La mujer de las dos mentiras y el dolor de cabeza que afecta la buena salud sentimental de la pareja de enamorados cuando se dicen cosas que no son ciertas.
Angel Gómez Giraldo
El Diario del Otún
La señorita Azucena... la recuerdo ahora no porque hubiera sido mi amiga sino porque era la mujer de las dos mentiras. Ni era señorita ni era flor.
Qué señorita iba a ser si creció cerca a un puesto del Ejército y fue madre soltera al cumplir los 14 años. Menos una flor porque era tan fea que se decía de ella que el suyo fue un embarazo a distancia.
Contaban también de ella en el pueblo que al llegar a la vejez sintió desprecio por los hombres, eso les pasa a todas las mujeres que en la juventud abusan del producto, y que para olvidarlos se entregó a los quehaceres de la iglesia y murió como monja sin hábito.
Recordándola caigo en la cuenta que la mentira es mala porque engaña y ofende.
Según estudios recientes la mentira sube la presión arterial y se tira el corazón.
Así de dañina es la mentira, sobre todo para las personas que están enamoradas. Si la que ama descubre que la amada le ha mentido. lo menos que puede llegar a pensar es pegar para el viaducto y si termina arrepintiéndose es porque en verdad está ciego de amor.
Es de tener en cuenta que las mentiras en el amor terminan por pagarse caro pues conducen a la rencilla entre las parejas y en el peor de los casos a la separación definitiva.
Muchos hombres en el afán de conquistar el corazón de una mujer presumen de adinerados y poderosos y con mentiras pueden llegar a lograrlo pero cuando la amada descubre el engaño huye. Aquí es cuando la traga ahoga.
Para que una mujer no caiga en esta clase de trampas tiene que saber que el hombre que presume de tenerlo todo no tiene nada, ni siquiera con qué darle un hijo.
Mi abuela contaba que el abuelo antes de casarse con ella le mostró lo que tenía para que no se hiciera falsas ilusiones y no le mintió porque juntos levantaron 12 hijos y disfrutaron de algunas comodidades.
“No era rico pero vivía como si lo fuera, y como lo pueden ver por la numerosa prole, yo le di mucho gusto”, comentaba cuando estaba de buen humor.
Siempre
Parece ser que el hombre siempre ha mentido y ha utilizado la mentira para enamorar, obtener beneficios económicos, salir de situaciones engorrosas y hasta como estrategia de guerra.
Cuando la tendencia a mentir hace parte de su comportamiento social estamos frente al mitómano que no lo cogen cansado para decir lo que no es a sabiendas de que le puede pasar lo que le pasó al pastorcito mentiroso.
Tengo un amigo tan exageradamente mitómano que miente hasta dormido y en sueños. Fuera de esto es tan cínico que remata sus conversaciones diciendo: “Perdónenme si les he mentido”.
Claro está que hay de mentiras a mentiras y hasta mentirillas, llamadas también mentiras piadosas que no matan ni hacen mal a nadie.
¿Seguimos recurriendo a la mentira? Para saberlo me puse en la tarea de entrevistar sobre el tema a un grupo de personas entre las que se encontraban estudiantes universitarios, jóvenes ejecutivas, profesionales con experiencia y periodistas.
Para todos la misma carnada: ¿Reconoce usted que utiliza la mentira con alguna frecuencia?
Ninguno de ellos mostró reserva en el asunto y de sus bocas sonrientes brotaron las respuestas afirmativas cual agua de la fuente.
Esperanza Valencia es una economista con un tocado de simpatía que la hace ver festiva en todo momento. La eficiencia y la autoridad que combinan la personalidad de la ejecutiva la hace secretaria altiva del doctor Javier Ignacio Ramírez Múnera, codirector de este diario.
“Sí”. Más cuando pensé que se había quedado enganchada en el monosílabo, añadió: “Son mentiras tan piadosas que no ofenden ni a los ángeles”.
Por allí mismo me topé con Mónica Osorio, periodista de ¡Vea Pues! con un cuerpo de noticia que conquista lectores todos los días. “Claro que sí. Las personas nos aferramos a veces a las mentirillas como si fuesen tabla de salvación. Es como para salir del paso y llegar a puerto seguro”.
La misma se cura en salud conmigo aclarando que en ningún caso lleva mentiras ni mentirillas a la redacción porque la noticia tiene que ser una verdad que no admite duda.
Desaparece repentinamente de mi lado porque vive con el afán del periodista pero seguro que mañana veré como metió sus manos en los titulares del periódico.
Yudi González Arboleda no niega que ha caído en una que otra mentirilla para salvar el pellejo, y como es psicóloga, subraya: “Que nuestro padre Freud me perdone, pero una que otra mentirilla no muestra psicopatía grave”.
Javier Amaya Rodríguez es gerente de farmacia y según dice no tiene remedio para acabar con las mentiras piadosas o las mentirillas. “Si existiera un remedio para eso nos hubiéramos jodido para sacar disculpas”.
Jairo Cuartas, el odontólogo del centro de Pereira que calza fino y da en la boca de sus clientes con bellas sonrisas, me paga el atrevimiento con un “Sí”.
Como veo que va camino al restaurante porque ya es mediodía, le digo: “Gracias doctor y que disfrute de la carne tres cuartos".
En la Universidad
Llegar a la Fundación Universitaria del Área Andina seccional Pereira, no es difícil si uno está en el centro de la ciudad. De firmes frente a la recepción la misma pregunta es para la secretaria Marta Valencia:
“Sí, es como si todas las personas nos hubiéramos graduado en las mentiras piadosas tan inofensivas como los santos. Sin embargo opino que esta clase de mentiras las deberíamos tirar a la basura ya que por dura que sea la verdad si se sabe decir igualmente nos saca a flote”.
Sandra Guzmán y Sara Toro estudian mercadeo en este mismo centro de enseñanza superior y contestan a rajatabla diciendo que efectivamente recurren a la mentira. Más adelante precisan: “A una no le pesa decir una mentira piadosa porque lo hace a sabiendas de que con ella no va a hacerle mal a nadie . Las jóvenes mentimos a nuestros padres para poder salir de casa”.
Las anteriores son apenas algunas expresiones de las 30 personas que fueron entrevistadas, todas ellas con respuestas afirmativas respecto al tema, en mi afán de saber si aún sigue siendo un recurso del hombre en cuanto a sus propósitos al comunicarse con los demás.
Más de lo mismo
No quiero dejar la mentirilla aquí, y por lo mismo tengo más como para asegurar que está además en nombres de pueblos, regiones y que galopa en refranes y dichos populares. Para muestra Pueblo Rico en Risaralda. Dosquebradas que según los más recientes datos oficiales no tiene dos sino 32 quebradas. Pueblo Tapao, que está tapao cuando lo arropan las nubes. Monte Bello que no tiene monte porque es un barrio de ciudad. Pueblo Escondido que no es pueblo de verdad ni está escondido. Para qué seguir, pues no acabaríamos nunca.
Aparecen las mentirillas hasta en los dichos y refranes. Y comienzo con algo terriblemente mentiroso como decir que el amor entra por los ojos. ¿A quién se le ocurriría semejante despropósito? Si el amor entrara por los ojos de la persona no quedarían ni las cuencas.
Ya vuelvo, dice el que está aburrido con uno y jamás regresa. Esto me parece tan duro y deprimente como la mentira del cuadrapléjico: De esta me paro y por mucho esfuerzo que hace le resulta imposible dejar la silla de ruedas.
La mentira del buen vendedor: Como este producto no hay otro. La mentira del político: empleo para todos. La del diplomático: Aquí no pasa nada. La del Pibe:” Todo bien, todo bien”. La mentira de la puta: hombre, sólo con contigo. Mentira porque si no lo hace con todos se le olvida.
Si vamos a la sala del chisme nos daremos cuenta cuál es la mentira del estilista: ya sigo con usted. La del sastre: Para mañana le tengo el traje. La del cazador: con una piedra mato dos pájaros. Otra, es mejor pájaro en mano que cien volando. Relativo mi querida amiga porque todo depende del pájaro. No olvides que hay unos pajarracos tan feos que nadie se atreve a echarles mano.
Una mentira más como para doblarla y meterla debajo del brazo: El papel puede con todo. Ahora la mentira más grande que conozco tiene que ver con el tema inicial, es del médico que recomendó tener mascota para regular la presión arterial cuando se sube y está a punto de tirarse el corazón. Más efectiva puede ser la bebida de pepa de aguacate que si se bebe con bastante frecuencia lo pone a uno tan verde como la misma fruta.